martes, 27 de junio de 2017

IMPERIOS ANTIGUOS

El Imperio de Alejandro Magno

Alejandro Magno es sin duda uno de los generales más famosos de la Historia. Consiguió aumentar el pequeño territorio de Macedonia hasta completar uno de los mayores imperios de todos los tiempos, llegando hasta la lejana India. Este gran imperio se formó en muy poco tiempo. Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años.
Alejandro se convirtió en rey de Macedonia a los 18 años, tras el asesinato de su padre, Filipo II, en 336 a.C. Recibió una excelente educación (su tutor fue el filósofo griego Aristóteles), y era valiente, decidido y violento. Tenía las cualidades y la personalidad que se precisaban para acometer una campaña militar a gran escala como era la lucha contra los persas. Su determinación le llevó a conseguir su objetivo y a convertirse en leyenda.

El Imperio romano

Tras las Guerras Púnicas contra Cartago, el Imperio Romano se hizo con el control del Mediterráneo occidental, pero la ambición de Roma le hizo actuar también en el Mediterráneo oriental. En Grecia se derrotó a Filipo V de Macedonia, y en Pérgamo (Anatolia) se venció a Antíoco III. Con la Paz de Apamea (188 a.C) se estableció el poder de Roma en Asia Menor y en el Mar Egeo.
Durante el siglo I a.C se desarrollaron grandes conquistas. Los generales Pompeyo y Sila vencieron al rey Mitrídates y consolidaron el dominio romano en Anatolia y Siria. Durante el I Triunvirato, el general Julio César conquistó las Galias (58-51 a.C), venciendo la resistencia del jefe galo Vercingetórix en la Batalla de Alesia. Además los romanos desembarcaron por primera vez en Britania.

Imperio mongol

Las estepas se extienden a lo largo de más de 5.000 kilómetros, desde la llanura del Danubio, en Europa oriental, a través del sur de Rusia y Asia Central, hasta Manchuria. Su clima es duro, con inviernos muy fríos y veranos secos. Las estepas estaban habitadas por tribus de pastores nómadas que recorrían largas distancias con sus rebaños de caballos, ovejas y cabras.
A lo largo de la historia, de vez en cuando surgían de las estepas bandas de guerreros que atacaban a los pueblos que vivían en torno a sus fronteras, como ocurrió con el conocido Atila, cuyas incursiones sembraron el terror en Europa en el siglo V d.C. Aunque causaban miedo y destruían todo lo que encontraban, lo cierto es que los imperios territoriales de estas tribus de jinetes nunca duraban mucho tiempo, ya que carecían de estructuras políticas ni organización. Sus líderes sólo eran eficaces en la medida en la que obtenían botines para sus ejércitos.

Imperio español

Tras el Descubrimiento de América en 1492, España colonizó grandes extensiones de territorio en América, desde el actual suroeste de Estados Unidos, México, y el Caribe, hasta Centroamérica y la mayor parte de Sudamérica. Todos estos territorios se integraron en la corona de Castilla y se organizaron inicialmente en dos virreinatos, el de la Nueva España y el del Perú. Con el descubrimiento y asentamiento de varios archipiélagos del Pacífico a finales del siglo XVI, se incorporaron al imperio las Indias Orientales Españolas, formadas por las Filipinas, las Marianas (que incluían Guam) y las Carolinas (que incluían las Palaos). Así, el español fue el primer “imperio global” de la Historia, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo. “El Imperio donde no se ponía el Sol”, así se conocía al Imperio español de Felipe II (reinado, 1556-1598).

Imperio británico

El imperio más grande del S.XIX se hizo aun más extenso tras la firma del Tratado de Versalles (1919). Así, los dominios del Imperio británico aumentaron con las anexiones de colonias alemanas como África Oriental y la adjudicación de partes del derrotado Imperio Otomano, como Jordania, Palestina e Irak. La consecución de estos territorios en África y Oriente Medio hicieron que tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio británico alcanzara su máxima extensión.
Además de los territorios citados, antes de 1914 los británicos ya controlaban un vasto imperio, con colonias y posesiones en todos los continentes. En Norteamérica poseían Canadá, que aunque en 1867 se formó como un dominio federal, no consiguió su autonomía hasta 1931. En Centroamérica y El Caribe los británicos controlaban Jamaica, Honduras, Bahamas y varias islas más. En Sudamérica poseían la Guayana Británica y las Islas Malvinas (islas que siguen bajo su poder, en una clara muestra del incompleto proceso de descolonización que acometió la Corona británica en la segunda mitad del S.XX).
En Europa, además del actual Reino Unido, el Imperio británico poseía toda la isla de Irlanda. En Oceanía, tenía la mitad de la isla de Nueva Guinea, las Islas Salomón, el archipiélago de las Nuevas Hébridas, y también el control de Australia y Nueva Zelanda. En el caso de Australia, si bien en 1901 se constituyó la Confederación de Australia, esta gran isla seguía siendo un dominio del Imperio británico.

Imperio colonial francés

Tras una “primera época colonial”, cuando los franceses llegaron a las costas de Norteamérica y conquistaron una vasta extensión desde Canadá hasta Luisiana (S.XVII-XVIII), el Imperio francés alcanzó su máxima extensión en una “segunda época colonial” (S.XIX-XX), tomando el control de gran parte del Norte de África y varias zonas del sur de Asia.
Fue en 1830, con la invasión francesa de Argelia, cuando comenzó el segundo imperio colonial de Francia. En 1881 se estableció un protectorado en Túnez, y poco a poco el control francés se extendió por el Norte, Oeste y Centro de África, llegando a ocupar el territorio de los actuales Senegal, Malí, Mauritania, Guinea, Costa de Marfil, Níger, Chad… y un largo etcétera. Además de esta región, en el continente africano también controlaron Madagascar y el enclave de Yibuti (la Somalia francesa), un punto estratégico en el Mar Rojo.

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