IMPERIOS ANTIGUOS
El Imperio de Alejandro Magno
Alejandro Magno es sin duda uno de los
generales más famosos de la Historia. Consiguió aumentar el pequeño
territorio de Macedonia hasta completar uno de los mayores imperios de
todos los tiempos, llegando hasta la lejana India. Este gran imperio se
formó en muy poco tiempo. Alejandro y sus falanges macedonias
conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años.
Alejandro se convirtió en rey de
Macedonia a los 18 años, tras el asesinato de su padre, Filipo II, en
336 a.C. Recibió una excelente educación (su tutor fue el filósofo
griego Aristóteles), y era valiente, decidido y violento. Tenía las
cualidades y la personalidad que se precisaban para acometer una campaña
militar a gran escala como era la lucha contra los persas. Su
determinación le llevó a conseguir su objetivo y a convertirse en
leyenda.
El Imperio romano
Tras las Guerras Púnicas contra Cartago,
el Imperio Romano se hizo con el control del Mediterráneo occidental,
pero la ambición de Roma le hizo actuar también en el Mediterráneo
oriental. En Grecia se derrotó a Filipo V de Macedonia, y en Pérgamo
(Anatolia) se venció a Antíoco III. Con la Paz de Apamea (188 a.C) se estableció el poder de Roma en Asia Menor y en el Mar Egeo.
Durante el siglo I a.C se desarrollaron
grandes conquistas. Los generales Pompeyo y Sila vencieron al rey
Mitrídates y consolidaron el dominio romano en Anatolia y Siria. Durante
el I Triunvirato, el general Julio César conquistó las Galias (58-51 a.C), venciendo la resistencia del jefe galo Vercingetórix en la Batalla de Alesia. Además los romanos desembarcaron por primera vez en Britania.
Imperio mongol
Las estepas se extienden a lo largo de
más de 5.000 kilómetros, desde la llanura del Danubio, en Europa
oriental, a través del sur de Rusia y Asia Central, hasta Manchuria. Su
clima es duro, con inviernos muy fríos y veranos secos. Las estepas
estaban habitadas por tribus de pastores nómadas que recorrían largas
distancias con sus rebaños de caballos, ovejas y cabras.
A lo largo de la historia, de vez en
cuando surgían de las estepas bandas de guerreros que atacaban a los
pueblos que vivían en torno a sus fronteras, como ocurrió con el conocido Atila,
cuyas incursiones sembraron el terror en Europa en el siglo V d.C.
Aunque causaban miedo y destruían todo lo que encontraban, lo cierto es
que los imperios territoriales de estas tribus de jinetes nunca duraban
mucho tiempo, ya que carecían de estructuras políticas ni organización.
Sus líderes sólo eran eficaces en la medida en la que obtenían botines
para sus ejércitos.
Imperio español
Tras el Descubrimiento de América en
1492, España colonizó grandes extensiones de territorio en América,
desde el actual suroeste de Estados Unidos, México, y el Caribe,
hasta Centroamérica y la mayor parte de Sudamérica. Todos estos
territorios se integraron en la corona de Castilla y se organizaron
inicialmente en dos virreinatos, el de la Nueva España y el del Perú.
Con el descubrimiento y asentamiento de varios archipiélagos
del Pacífico a finales del siglo XVI, se incorporaron al imperio
las Indias Orientales Españolas, formadas por las Filipinas,
las Marianas (que incluían Guam) y las Carolinas (que incluían
las Palaos). Así, el español fue el primer “imperio global” de la
Historia, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos
los continentes del mundo. “El Imperio donde no se ponía el Sol”, así se conocía al Imperio español de Felipe II (reinado, 1556-1598).
Imperio británico
El imperio más grande del S.XIX se hizo
aun más extenso tras la firma del Tratado de Versalles (1919). Así, los
dominios del Imperio británico aumentaron con las anexiones de colonias
alemanas como África Oriental y la adjudicación de partes del derrotado Imperio Otomano, como Jordania, Palestina
e Irak. La consecución de estos territorios en África y Oriente Medio
hicieron que tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio británico
alcanzara su máxima extensión.
Además de los territorios citados, antes
de 1914 los británicos ya controlaban un vasto imperio, con colonias y
posesiones en todos los continentes. En Norteamérica poseían Canadá, que
aunque en 1867 se formó como un dominio federal, no consiguió su
autonomía hasta 1931. En Centroamérica y El Caribe los británicos
controlaban Jamaica, Honduras,
Bahamas y varias islas más. En Sudamérica poseían la Guayana Británica y
las Islas Malvinas (islas que siguen bajo su poder, en una clara
muestra del incompleto proceso de descolonización que acometió la Corona
británica en la segunda mitad del S.XX).
En Europa, además del actual Reino
Unido, el Imperio británico poseía toda la isla de Irlanda. En Oceanía,
tenía la mitad de la isla de Nueva Guinea, las Islas Salomón, el
archipiélago de las Nuevas Hébridas, y también el control de Australia y
Nueva Zelanda. En el caso de Australia, si bien en 1901 se constituyó
la Confederación de Australia, esta gran isla seguía siendo un dominio
del Imperio británico.
Imperio colonial francés
Tras una “primera época colonial”, cuando los franceses llegaron a las costas de Norteamérica y conquistaron una vasta extensión desde Canadá hasta Luisiana
(S.XVII-XVIII), el Imperio francés alcanzó su máxima extensión en una
“segunda época colonial” (S.XIX-XX), tomando el control de gran parte
del Norte de África y varias zonas del sur de Asia.
Fue en 1830, con la invasión francesa de
Argelia, cuando comenzó el segundo imperio colonial de Francia. En 1881
se estableció un protectorado en Túnez, y poco a poco el control
francés se extendió por el Norte, Oeste y Centro de África, llegando a
ocupar el territorio de los actuales Senegal, Malí, Mauritania, Guinea,
Costa de Marfil, Níger, Chad… y un largo etcétera. Además de esta
región, en el continente africano también controlaron Madagascar y el
enclave de Yibuti (la Somalia francesa), un punto estratégico en el Mar Rojo.
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